La revista Jaimito, o mejor habría que decir el tebeo, era uno de mis preferidos y en aquel tebeo fue donde vi mi nombre impreso por primera vez, en la primavera de 1969.
No fue por un dibujo, como me habría gustado, sino por ser ganador (2º puesto) en un concurso que consistía en saber quién era el autor de cada una de las viñetas que componían una historieta hecha entre todos los dibujantes de la revista, precisamente para conmemorar el número 1.000 de la misma y cuyo resultado se dio a conocer en el extra de Primavera.
Cuando no había Twitter, pero hace mucho, mucho, mucho, lo que era digno de admiración era lo que llamaban ser «un hombre del Renacimiento». O sea, dedicarse y dominar, todas (o muchas) materias a la vez.
Ahora, eso ha cambiado y se dice que es la fórmula más segura para el fracaso. La civilización duplica sus conocimientos cada pocos años y es tal el volumen que resulta imposible abarcarlos. Ahora triunfa la especialización. El éxito le puede llegar al médico que sabe absolutamente todo de la segunda uña del pie izquierdo, aunque no tenga ni idea del resto del cuerpo. Hay que especializarse en algo.
¡Pues no!
Y mira, va a ser que no. Mis intereses han sido en mi vida múltiples y variados. He estudiado y practicado mil cosas diferentes y no me arrepiento en absoluto. Esta web en la que estás leyendo, está condenada al fracaso, porque toca todos los palos que me gustan, y pueden ser fotografía, dibujo, historia, astronomía, astrología (sí, astrología), humor, costumbrismo, y cualquier cosa que me pase por la cabeza. ¿Y a quién le puede interesar todas esas cosas a la vez? Pues a mí. O a algún doble que tenga por ahí, al cual me gustaría mucho conocer.
Pero tengo la suerte de que la hago porque me gusta, porque aprendo, porque me divierte y me relaja. La hago para evadirme de otras cosas que sí que necesito hacer para comer y para vivir. Esto es solamente un divertimento, no tengo jefe y no tengo que dar cuentas a nadie. ¡Qué felicidad!
En mis cuentas de Twitter o Facebook me ocurre igual, me ocupo de muchos asuntos diferentes, y lo hago cuando puedo, cuando me apetece. Hoy puedo estar hablando de perros, una de mis aficiones, mañana puedo estar indignándome con los chorizos y corruptos, y al otro estar diciendo tonterías supuestamente humorísticas porque, eso sí, el humor que no me falte. Es una constante en mis aficiones. Sea escrito, hablado, dibujado, cinematografiado,… quiero reírme. De mí y del mundo.
Antes lo hacía, entre otras vías, por la radio. Y alternaba escribir guiones de humor para la Cadena SER con realizar programas serios sobre yoga, sobre curiosidades del habla, sobre OVNIS (aunque eso fue antes de la SER, en RNE, cuando se llamaba Radiocadena, y antes de eso Radio Juventud.
Anticuaudio
Volviendo al humor, lo que hago ahora a veces en Twitter, antes lo hacía en radio. Y por casualidad he encontrado una cinta con muchos guiones del año 1982, nada menos, cuando el mundial de fútbol que se celebró en España y Naranjito, aquella mascota horrorosa que hoy se ve hasta con ternura. He recuperado dos o tres de aquellos cortos programas y los he colgado aquí. Muchas cosas ya no se entienden porque han quedado fuera de contexto con el paso de los años, lo que fue actualidad hoy es pasado y olvido. Pero todavía queda algo. Desempolvando viejas cosas…
Luis Miguel Domínguez Mencía, o dicho de otro modo, Luismi, es un tío majo, de lo más majo y auténtico que uno se puede encontrar. No voy a escribir aquí su biografía, que para eso está en la Wikipedia. A mí me cae especialmente bien por todo lo que hace, desde sus programas de televisión hasta sus mensajes incendiarios en twitter, incendiarios siempre en la mejor de las acepciones: poniendo todo el calor y la pasión que puede en aquello en lo que cree, y eso no es más que la defensa de la naturaleza, la ecología, la justicia y la verdad.
La OTAN, cuando el PSOE dio la primera gran decepción a sus votantes y pasó del «OTAN, de entrada no» a liderar la campaña del referéndum apostando en solitario por el SÍ y ganando finalmente la votación.
El juego de la OTAN está basado, es evidente, en el Juego de la OCA. Entonces no tenía ni sabía lo que era un ordenador. Tiene -para mí- el encanto de los trabajos manuales, de todo hecho a mano, a base de lápiz, regla, rotuladores, lápices de colores e ilusión, mucha ilusión. Hoy sí tengo ordenador pero ilusión ninguna.
Me gustaba escuchar a Miguel Ángel Oliver en la cadena SER, cuando sustituía en ocasiones a Iñaki Gabilondo. Como dije en alguna ocasión, para mí, Iñaki es dios, pero cuando desaparecía a veces, se me aparecía San Miguel.
Luego vino la etapa de televisión en Cuatro y ya le perdí un poco la pista tanto a Miguel Ángel Oliver como a «Dios» porque soy más de radio que de tele.
A finales de 2012 hice una caricatura a Luis Miguel Domínguez y entre los comentarios que surgieron en twitter hubo uno elogioso de Miguel Ángel Oliver. Me ofrecí a hacérsela también a él con gusto y aceptó, de modo que… ¡dicho y hecho!
Conocí a Javier Sierra hace mucho tiempo, en una charla a la que asistí, y en la que dijo una frase que no he olvidado y que le he recordado después. Me impresionó entonces y ha seguido impresionándome gratamente en sus exposiciones en vivo, televisivas, y sobre todo en sus libros, de ficción o no. Los he leído todos, absolutamente todos, excepto el último que acaba de publicar, El Maestro de El Prado, y que ya tengo en mi larga lista de espera.
En Octubre de 2011 se celebraba en Librería Escarabajal una Maratón Literaria de 24 h. y, como colaboración con mi amiga Ana Escarabajal y promoción de dicha Maratón, hice el anuncio siguiente, aprovechando que asistía Javier Sierra a la misma, y que estaba en pleno apogeo su best-seller «El ángel perdido«. Fue un anuncio que gustó mucho al propio Javier Sierra y que me firmó y dedicó.
Tuve oportunidad de charlar un ratito con Javier sobre diferentes asuntos y de recordarle aquella frase que me dijo en otra ocasión y que aún conservo para mí.
Hubo huelga de futbolistas al comienzo de la liga 2011-2012. No llegaban a un acuerdo la Liga y la AFE y resultó bastante chocante ver hacer huelga a señores que cobran burradas de millones por sus condiciones laborales.
Es cierto que no todos cobran así, y que no se pueden generalizar los contratos de Cristiano Ronaldo o Messi a todos los jugadores de fútbol, pero aún así, no todo el mundo fue capaz de entender la justicia de aquella huelga.