Seguro que ha leído más de una vez que Napoleón era bajito, en el mejor de los casos, o incluso un enano en otros.
Y hasta puede que lo haya visto, porque así es como lo dibujan, o lo dibujamos. Pero ¿era en realidad así?
No te creas. Porque no, no era bajito. Tampoco es que fuera muy alto. Medía 1,68 metros, lo que, para aquella época, era una estatura que estaba bastante bien.
Incluso medía 4 centímetros más que su gran enemigo inglés, el Duque de Wellington, pero… ¿por qué entonces ha pasado a la tradición popular como alguien muy pequeñito?
Leyenda negra también para los franchutes
Gracias a los ingleses, artistas en el arte de engrandecer lo suyo y echar porquería a los rivales.
Siempre lo han hecho con maestría y han conseguido que la historia oculte sus fiascos, como la guerra de la oreja de Jenkins, el ataque a Santa Cruz de Tenerife y muchos otros.
A veces, incluso han conseguido venderlos como grandes epopeyas y episodios admirables, haciendo poemas y películas, tal es el caso de la batalla de Balaclava con su famosa carga de la Brigada Ligera, o han aprovechado circunstancias favorables, ajenas a su intervención, para atribuirse el mérito, como el fracaso de la Gran Armada española.
Lo han hecho tan bien que, como en el ejemplo del caso anterior, incluso el mote que crearon para burlarse de los españoles, llamándola “Armada Invencible”, ha calado tanto que hasta en España la llamamos así.
Al revés sería imposible. Incluso tuvieron su Contra Gran Armada propia, que terminó en el mayor fracaso naval de su historia, pero de la que nadie habla ni sabe, al parecer.
Volviendo a Napoleón, que me desvío con facilidad cuando hablo de los ingleses, una forma que encontraron de desprestigiarlo, en aquellos tiempos en que no había fotos, ni selfies, ni Instagram ni nada para comprobarlo, fue lanzar eso de que era un pequeñajo.
Y lograron que así llegara a nuestros días, aunque fuese otra mentira suya más.
