Espondilitis, la enfermedad de los locos

Espondilitis, la enfermedad de los locos

Imaginen que un día una persona dice el lunes que le duele la espalda, pero al día siguiente, martes, le duelen las caderas; el miércoles, los hombros; el jueves son los tobillos, o los codos, etc. Las personas que le rodean le dirán, aun en tono afectuoso, que “está loco”. Y los médicos, hace tiempo, cuando se conocía menos la enfermedad, a veces también. Hoy, en que los galenos están mucho mejor preparados y la dolencia está más estudiada, tras las pruebas correspondientes, es posible que le digan que padece “espondilitis anquilosante”. También se le conoce como “espondiloartritis” y “espondilitis anquilopoyética”. Y ésta es la enfermedad a la que, en el pasado, se la calificaba como la enfermedad de los locos.

Espóndilo, del latín spondÿlus, y este del griego spóndylos, significa vértebra. La artritis es la inflamación -con dolor, claro- de una articulación o más. Y anquilosar es dejar sin flexibilidad o movilidad una cosa normalmente móvil. Ya se puede hacer uno una idea de por dónde van los tiros. Da un poco de miedito ¿verdad?

Es una enfermedad que, aunque su nombre no es muy común en el lenguaje popular, sin embargo, no es rara y está bastante extendida entre la población (salvo en el África negra, parece ser). Pero hay muchas personas que la padecen y no lo saben, si tienen la suerte (¿) de que sus síntomas sean leves en su caso y se atribuyan a otro origen, o que estén mal diagnosticados y se crea que son otras variedades de artritis, reúmas, etc. que las hay.

Cuando se tiene en un grado intenso es una enfermedad bastante “chunga” ya que no tiene cura y suele ir en progresión. Puede tener complicaciones con los ojos, los riñones y el corazón. Debe ser controlada por un especialista, normalmente un reumatólogo, aunque a veces requiere más de un profesional, por sus derivaciones a otros órganos. Por ejemplo, no son raras las inflamaciones oculares (uveítis) y requieren el control del oftalmólogo.

No se trata de meter miedo con ella, sino de recomendar a quien tenga síntomas parecidos que no piense que está loco y que vaya al médico. El que esto escribe, por ejemplo, la padece desde hace ya doce años (diagnosticada hace 12, sin diasgnosticar vaya usted a saber) y aquí estoy, escribiendo en mi blog y haciendo dibujitos para reírme de la espondilitis, como venganza sobre ella.

Ramsés II, espondilítico como yo.

Pero esto es un blog personal, no de medicina, y viene al caso para recordar su pasado “loco” y para decir que esto viene de lejos, ya que según creen los expertos, hubo faraones, algunos famosos, que la padecieron. Por ejemplo, Amenofis II, que reinó entre 1427 y 1401 antes de Cristo, la tuvo. Y también el poderoso y famoso Ramsés II (1279-1213 a.C.); sí, el que interpretó Yul Brinner (1) en “Los Diez Mandamientos”. El sucesor de Ramsés, Meremptah (1213-1203 a.C.), mucho menos famoso, también la padeció.

Si algún día me entero de más famosos que hayan padecido espondilitis anquilosante, a lo mejor vuelvo sobre ello y lo cuento. Mientras tanto, salud.

(1) No, la espondilitis no provoca la caída del cabello. Yul Brinner se afeitaba la cabeza por coquetería.

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