Yo, el outsider

Yo, el outsider

Yo, el outsider.

No me gusta nada, pero nada nada, utilizar extranjerismos si puedo expresarme en español.

Pero hay ocasiones en que es, o a mí me resulta, inevitable porque no hay, o no encuentro, un término castellano que defina en una sola palabra el vocablo que necesito.

En esta ocasión me refiero a “outsider”. O, al menos, en la acepción a la que quiero referirme.

Ir siempre a la contra no equivale a ser outsider

Forastero, no

Outsider tiene varias traducciones; algunas de ellas pueden serme aplicables, aunque no siempre, y otras no. Por ejemplo, en su primera acepción, significa forastero y, bueno, puedo ser forastero en algunas ocasiones, dependiendo de donde me encuentre o lo que esté haciendo, como todo el mundo. Lo mismo es aplicable a otros significados como desconocido o intruso.

Puedo ser forastero, desconocido o intruso. Pero no siempre.

Marginal, tampoco

El término Outsider identifica también algo en la periferia de las normas sociales, alguien que vive aparte de la sociedad común o alguien que observa un grupo desde fuera.

Esa acepción de outsider tampoco encaja conmigo. Puedo llegar a ser raro, poco convencional, pero no marginal.

Tampoco

Hay otros términos que tienen el significado de outsider, en su tercera acepción. como son poco conocido (cuando se refiere a candidato en alguna elección), segundón, o incluso, que no figura entre los favoritos, cuando se refieren a los caballos de carreras. Todos estos otros términos tampoco me son aplicables por mi actividad hasta ahora, especialmente el último. No creo que a estas alturas de mi vida me vea ya con un yóquey a mis espaldas.

Caliente caliente

Voy ahora con otro grupo de términos, otra acepción de la palabra outsider y aquí, es a donde yo quería ir acercándome. Puede significar alguien que es independiente (Yo lo soy, y MUCHO. No soy fanático de nada ni de nadie).

Puede significar persona ajena a algún asunto y, claro, eso me vale a mí y a todo el mundo, soy ajeno a millones de asuntos, como todos.

Por fin está el término al que venía aludiendo desde el principio en cuanto a que no he encontrado expresión equivalente castellana: es el individuo que vive aparte de la sociedad común o bien que observa un grupo desde fuera, sin identificarse totalmente con ninguna de las partes.

Fanático de nada

Antes me definí como fanático de nada. Con eso debería haber bastado pero, quizás, merezca la pena ahondar un poco.

Hace falta entereza y fuerza para romper con la mayoría y seguir las ideas propias

En estos tiempos se habla mucho de los equidistantes. Para unos, algo virtuoso (“en el término medio está la virtud”), para otros algo detestable (“eres un tibio, un equidistante despreciable y no quieres comprometerte”). Yo, como outsider que soy, algunas veces -pocas- también soy equidistante, pero no hay que confundir una cosa con la otra. Hay equidistancias que me parecen, simplemente, repugnantes.

LAS MOCHILAS

Veo, con pena, una sociedad cargada con mochilas ideológicas. Aunque la realidad sea un poco más compleja, para ejemplo, bastará una simplificación.

Va a salir el individuo a la vida (tras pasar por los periodos correspondientes de educación y/o adoctrinamiento que son familia, escuela, etc.) y le pregunta mamá sociedad:

  • Pablito ¿lo llevas todo? ¿has cogido tu mochila?
  • Sí, mamá.
  • ¿Y has cogido la mochila roja o la mochila azul -como cantaba Pedrito Fernández-?
  • No, mamá, la roja, que es lo que se lleva ahora.
  • Entonces, repasa que lleves todo: El Ché, la ETA, Antifas, República, LGTBIQ+, Biden, Black Lives Matter, aborto,…
  • Sí, mamá, ya lo sé, lo llevo todo.

Todo. Esa es la clave: todo. Es como los «packs-indivisibles» de los supermercados: es un todo completo. No puedes separar ni discriminar. No puedes pensar, ni elegir. Si llevas la mochila roja, aceptas y defiendes un sinfín de conceptos (a veces insolubles entre sí) que alguien ha decidido que forman el lote completo.

Las mochilas

Si decides llevar la mochila azul, tendrás que optar por todo lo contrario, punto por punto. Y con el mismo criterio de indivisibilidad: habrás de ser creyente, taurino, provida, Trumpista, antivegano, etc.

YO, EL OUTSIDER

Yo observo a todos los grupos desde fuera, sin identificarme totalmente con ninguna de las partes. Desde siempre, mis mochilas no han sido rojas ni azules, no tienen color definido.

No compro packs-indivisibles. Hay artículo que me interesan en la mochila roja, y hay otros que me gustan de la mochila azul. No valgo para estar en ningún grupo; al menos en ninguno donde se exija pensamiento único y no haya libertad de voz y voto.

A veces he tenido etapas más rojizas, otras más azuladas. Mi pensamiento no es inalterable ni monolítico, mis opiniones no están grabadas en piedra. No soy ni río ni rambla. No fluyo siempre en la misma dirección. Soy librepensador.

Como dijo alguien que no recuerdo «Si en cuestiones importantes hace mucho tiempo que no has cambiado de opinión, tómate el pulso. Quizá estés muerto»

Por cierto, si no hay palabra española que exprese este concepto de outsider, la RAE debería ponerse manos a la obra y dejar un poquito tranquilos los amigovios y las cocretas; propongo.