Mandar a alguien a paseo es una fórmula antigua para invitar a alguien, con un poco más de delicadeza, a irse a la mierda. Con perdón.

Que juntos un día nos viste pasar
He venido por última vez
He venido a contarte mi mal
Pero no tiene por qué ser siempre algo malo. Por aquí me paseo yo con mis perros, habitualmente, sin que me mande nadie. De motu proprio.