Producto nacional

La gente ya no se fía de lo que encuentra en el supermercado.

La obsesión de la Unión Europeda (no es un error) por eliminar el sector primario nuestro e introducir el procedente de desiertos y sabanas, plagados de productos químicos prohibidos aquí, pero autorizados allí, las cagaleras -cuando no algo peor- que sufren algunos consumidores al ingerir productos regados con aguas fecales y un sinfín de barbaridades más, ha conseguido que el personal ya no pregunte el precio, la calidad ni la variedad, sino la procedencia de los tomates o las judías.

Y no nos fiamos ni cuando nos dicen que son de España, para qué nos vamos a engañar.