Analfabetos y analfabestias

Sobre analfabetos y analfabestias.

No es blog para analfabestias
Cartagena Provincia

Dice la RAE que analfabeto es aquel que no sabe leer ni escribir y, en una segunda acepción, que es aquel ignorante, sin cultura o profano en alguna disciplina.

En cambio, la palabra analfabestia no está registrada por la Real Academia pero yo, que soy así, como España y Larra, señora, sí que la utilizo.

En lo que no entra la RAE es en los motivos por los que alguien no sabe leer ni escribir, claro.

No están para eso. Pero para mí es muy importante ya que, según sean estos, el individuo será para mí un analfabeto o un analfabestia.

Los analfabetos son aquellos que no han podido aprender o han aprendido unos mínimos casi insuficientes por circunstancias adversas, ya sean económicas, de salud, o cualesquiera otras, pero ajenas a la voluntad de sujeto.

Para ellos todo mi respeto y simpatía.

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Algunos misterios de la Gran Pirámide

Algunos misterios de la Gran Pirámide

Hace unos días hice, en otro de mis blogs, un post sobre Micerinos, faraón de Cartagena.

Eso me recordó una especie de artículo que publiqué en una revista loca de Cartagena, hace mucho tiempo, sobre la pirámide de Keops y sus muchos misterios. Lo busqué entre mis apuntes polvorientos y lo encontré. Aquí está.

La cábala de piedra

Se dice que la cábala estaba constituida por la suma del saber recibido por tradición. Por lo tanto, partiendo de este supuesto, cábala podría ser cualquier obra humana en que ese saber esté cifrado.

Algunos afirman que la gran pirámide de Gizeh llamada de Keops (o Kufú) por haberse enterrado allí este faraón (cosa que no está muy clara, ya que no se ha podido probar que nunca se haya enterrado a nadie en ella) este faraón, es una verdadera cábala de piedra que, lejos de haber sido construida para servir de tumba a un rey, lo fue para perpetuar el saber recibido y transmitirlo a las generaciones venideras que supieran leerlo.

El extraño cúmulo de curiosas coincidencias que se han descubierto entre las medidas de esa pirámide y las que rigen el movimiento de la Tierra establece una perfecta relación entre la aritmética y la geometría y entre ambas y la astronomía y parece que tienden a confirmar dichas hipótesis.

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La muerte y el paraíso

Hace ahora 20 años que la muerte visitó mi casa una vez más. En aquella ocasión, en 1995, fue para llevarse a mi padre, tras una durísima agonía.

En aquellos días eternos, tristes, salados y amargos, mis hijos también defendían a su abuelo de la forma que sabían.

La herramienta de mi hijo Jose, el mayor, era el dibujo. Hoy es dibujante en la revista El Jueves.

Entonces, con trazos todavía ingenuos y en formación, lo que hacía era dibujar a su abuelo vivo, muy vivo, rodeado de aquellas cosas que le daban la vida precisamente.

Su perro Quirón, su gato Atila, sus caverneras… y su eterna bicicleta, aquella que limpiaba y mantenía en perfecto orden de revista aunque ya no la usaba hacía años porque su salud no se lo permitía.

El abuelo Paco
El abuelo Paco

No sirvió de nada aquel dibujo y la señora de negro se lo llevó.

No, no es cierto, sí que sirvió. Nadie muerte realmente mientras alguien lo recuerde, y aquel dibujo ayudó a mantener vivo su recuerdo.

Hoy, por ejemplo, al encontrarme el dibujo y motivarme a escribir estas líneas en el blog hacen que reviva otra vez con fuerza.

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El horóscopo y el cambio de una bombilla

El horóscopo y el cambio de una bombilla

Hace mucho tiempo, cuando estudiaba astrología, circulaba una especie de cuento-chiste que ayudaba a retener conceptos básicos (tópicos todos) de cada uno de los signos del zodiaco.

Y ese cuento giraba en torno a cuantas personas harían falta (todas del mismo signo zodiacal, claro) para cambiar una bombilla fundida.

He encontrado ese pequeño cuento entre mis viejos apuntes y he querido rescatarlo por si le interesa a alguien sonreír un poco.

Para entenderlo hay que conocer algo de esos tópicos y estándares que se atribuyen a los signos:

Signos primaverales

Hijos de Aries, son egocéntricos y poco habilidosos.

Los Tauro son tercos, constantes y poco amigos de innovaciones.

La dualidad de los Géminis (hoy se diría bipolaridad) y su capacidad para liar y embaucar a la gente.

Los del verano

A Cáncer se le supone sensibilidad y fragilidad de espíritu.

El complejo de superioridad es una carga que soportamos los Leo.

Virgo y su meticulosidad e hiperanálisis es otro de los clichés archiconocidos.

Otoñales ellos

Un carácter dubitativo e indeciso para los Libra, marchando.

La desconfianza y tendencia al «mosqueo» que arrastran los Escorpio es proverbial.

Optimismo desbordante dicen que tienen los nativos de Sagitario.

Y por último, los invernales

Egoísmo y pragmatismo para los Capricornio.

Acuario tiene fama de competitividad y carácter mesiánico…

Y el despiste y atolondramiento queda para los Piscis, pobrecicos míos.

mujer-zodiaco

Bueno, empecemos con el horóscopo y el cambio de una bombilla; el juego era así:

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¿Es Primavera? ¡Feliz año nuevo!

¿Es primavera? ¡Feliz año nuevo!

¿Es primavera? ¡feliz año nuevo!

“Hombre robusto, de pie, vestido de pieles o de un abrigo muy pesado, flotante y grosero, con los hombros casi desnudos. Un Hércules. Lleva un garrote en la mano.”

Es de casi todo el mundo bien sabido que el comienzo del año oficial y el año real, cósmico, astronómico o como queramos llamarle, no coinciden. Lo que ya no sabe mucha gente es la razón de esa discordancia.

¿El 1 de enero? Va a ser que no

En los momentos actuales, el año comienza el día 1 de Enero, cuando el Sol se encuentra, aproximadamente, a diez grados del Macho Cabrío, posición que no tiene ninguna especial trascendencia ni marca ningún punto determinado.

Sin embargo, en épocas pasadas sí coincidían la fecha oficial y la real. Pero ¡lo que son las cosas! el que el año comience en las calendas de enero tiene que ver con España (sí, con España, aunque entonces se llamaba Hispania) y concretamente con Numancia. Ocurrió que llevaban ya varios años los romanos dale que te pega con los celtíberos de Numancia y alrededores intentando someterlos, sin conseguirlo.

Y ocurrió como ahora en el fútbol, que en Roma, cuando se ponían nerviosos con el partido, cambiaban de entrenador, en este caso de cónsules -que iban a pares- dirigiendo los ejércitos. Pero los cónsules se cambiaban a principios de año, o sea, el 20 de marzo, y había tanta necesidad de ganar el partido que el senado de Roma o quien manejase el cotarro dijo «bueno, pues si hay que esperar a que sea primero de año, cambiemos el comienzo del año y que sea YA».

Así se hizo, aunque los entrenadores, digo cónsules, nuevos, tampoco consiguieron enderezar el partido contra el Numancia, digo contra Numancia y siguieron perdiendo. Lo cierto es que no ganaron hasta que nombraron entrenador, digo cónsul, a Cornelio Escipión Emiliano, el que consiguió destruir finalmente Cartago.

Me estoy yendo por las ramas, como Tarzán. Resumiendo, aquello de Numancia hizo que el cambio se quedase ya fijo en el calendario y hoy celebramos el año nuevo el uno de enero, en lugar de hacerlo el equinoccio de primavera.

¿Es primavera? ¡feliz año nuevo!

Julio le da otro toque al calendario

Ese Julio no es el mes, sino Julio César, que decidió reformarlo un poquito más, naciendo así el calendario juliano, instituido por él mismo, y en el que incluso un mes -el séptimo- lleva el nombre del César. (La palabra calendario tiene su origen en “calenda”, que era el primer día de cada mes para los romanos)

Sin embargo, sí hay a lo largo del año fechas significativas, que determinan puntos culminantes en las posiciones recíprocas Tierra-Sol. Una de ellas viene a ser el 21 de Marzo, aunque esta es una fecha aproximada ya que no todos los años ocurre el mismo día el acontecimiento.

Por ejemplo, el año 2013, cuando escribo este post, el Sol entró en Aries el día 20, a las 12:02 horas. Y cuando el sol se encuentra en la posición (3), marca el comienzo de la Primavera y el del año cósmico:

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