Fútbol, el opio del pueblo. Bueno, era la religión lo que decía Marx, plagiando a su amigo Bruno Bauer, que es el autor real de la frase.
Si es así, es una droga que no está sola: hay muchas más en el mercado: los nacionalismos, la telebasura, los toros, el propio marxismo y… cómo no, el fútbol.
A mí me gusta el fútbol, como a tanta gente. Sin embargo, no me gusta tanto como a otra, esa que únicamente sabe, quiere y puede hablar de fútbol.
Esto sí que es una religión con su liturgia, sus dioses, sus templos, sus ceremonias, sus sacerdotes, sus púlpitos… y sus integristas, claro, que dan mucho miedo.
El fútbol, el opio del pueblo…
Pone los pelos de punta, al menos a mí, ver esas caras desencajadas por el odio escupiendo e insultando a los rivales sólo por llevar una casulla de otro color. ¿O era camiseta?
Pero mientras haya fútbol, todos tranquilos, no pasa nada. Por eso, falte para lo que falte, el fútbol no se va a acabar. Seguro.
Al fin y al cabo tampoco es nuevo. Pan y Circo. Los césares romanos lo sabían bien, cuando había problemas, lo mejor era organizar unos juegos en el circo y todo olvidado.
La diferencia con entonces es que el circo está montado todos los días del año.
He tenido que aguantar ya unos cuantos insultos solamente por no gustarme el fútbol tanto como a algunos energúmenos. Pues bueno, dedicado a ellos… más leña al mono.