Pitágoras – Ipse dixit

Pitágoras – Ipse dixit

Pitágoras de Samos 571-497 aJC. 

No es mucho lo que se conoce de él, aunque sí de su obra. Participó en una edición de los Juegos Olímpicos y ganó una palma de oro en lucha (no sería de oro en aquellos tiempos, claro; se sobrentiende que quedó primero). 

Fundó escuelas de sabiduría, fue perseguido y huyó a Crotona, donde permaneció el resto de su vida.

Su influencia política fue grande y llegó a dominar, también con las armas, amplias zonas, junto con sus discípulos.

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En todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos.

El ingreso en sus escuelas era difícil y existen muchas anécdotas sobre ello.

Durante los dos primeros períodos de noviciado (3 y 5 años respetivamente) el candidato no tenía derecho a recibir explicaciones.

A cada una de sus preguntas, la respuesta que obtenía de los discípulos más avanzados era siempre la misma: “Ipse dixit” (Él lo dice).

Ese Él era Pitágoras, por supuesto. Al cabo de 8 años el aspirante a discípulo pasaba a ser tal discípulo y podía hablar con el Maestro.

Aunque su actividad fue fecunda en muchos ámbitos su fama, al menos entre los estudiantes, es por su archiconocido teorema. Bueno, se supone que archiconocido porque con las LOES, LOGSES, LOMCES, etc. etc. no sé, no sé.

Como dijo Óscar Wilde

Como dijo Óscar Wilde

Oscar Wilde (1854-1900) nació en Dublín. Fue uno de los escritores más brillantes de su época.

Durante la primera mitad de su vida fue un amante esposo. Posteriormente, se fue decantando por la vertiente homosexual.

Frases lapidarias

Sus frases lapidarias, de las que hay cientos, fueron siempre una mezcla de ironía, sabiduría y cinismo, donde resulta difícil en ocasiones dónde comienza lo serio y dónde la provocación.

Hay cierta tendencia (yo mismo he caído involuntariamente en el error) de asignar a Oscar Wilde frases que no eran suyas.

Parece que cuando no se recuerda el autor hay tendencia a decir «como dijo Oscar Wilde».

Y muchas veces se acierta.

Dado el prestigio intelectual que tiene y la gran cosecha de frases suyas, si “colamos” alguna falsa, parece que nadie se va a dar cuenta.

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