Lluvia de millones

Lluvia de millones. De todo. De dólares, de efectos adversos por las inoculaciones, de muertos…

Hace poco, sólo la aparición de la ficticia variante Ómicron, hizo que algunas empresas multiplicasen sus beneficios. 51.000 millones, 18.000 millones… así, sin despeinarse.

Sólo por las vacunas que HARÁN en un futuro para combatir a una variante de ese bichito que ni siquiera tienen aislado todavía.

Lluvia de millones
Lluvia de millones

Bernie, escandalizado por la lluvia de millones

Para que alguien como Bernie Sanders diga que es algo indecente, ya tiene que serlo, ya.

Ómicron

Ómicron es otra letra más del alfabeto griego y ¿otra variante más? del malvado virus mutante.

La cosa es que parece que hay urgencia por gastar muchas banderillas porque las que no se pongan en diciembre y enero próximo habrán de destruirse, cosas de licencias o algo así.

Se autorizaron para su uso por urgencia pero… la fecha de la autorización caduca. Y no se han vuelto a autorizar, no se sabe muy bien porqué.

Y ahora, los medios de desinformación van, a calzón quitado, metiendo aún más miedo con esta nueva variante para que la gente vaya al pinchazo.

Ómicron, el virus que surgió del frío, o del calor. Vaya usté a saber.
Ómicron, y si lo dices con voz cavernosa, todavía da más miedito.

Y la peña está cada vez más mosca. Son ya muchos sanitarios los que dicen que no se vacunan.

Aquí vamos a por la tercera dosis, los hijos de la Gran Bretaña, Israel y otros sitios por la cuarta… y hay cada vez más casos desde que se comenzó con las inoculaciones.

Y hay trombosis a barullo, miocarditis y pericarditis a tutiplén, infartos a cascoporro, síndromes de Guillem-Barré, arritmias, inmunodepresiones y efectos secundarios variados.

Pero hay explicaciones para todo en la prensa: que si el cambio de hora, que si el sol, que si las arritmias hereditarias, que si las vitaminas, hoy acabo de leer que el estrés post-pandemia también… explicaciones mil, salvo las llamadas vacunas.

Por supuesto está el Ómicron, que es más malo que la quina. Y el villano por excelencia es el no vacunado. Aunque queden pocos, da igual, ellos son los culpables. En Gibraltar, con el 100% vacunado, vuelven a los confinamientos. Debe ser que hay algún mono sin vacunar.

En Portugal, otro país con el 90% vacunado, aumenta las restricciones por el aumento de casos. El día que vacunen al último luso, seguramente, se activarán las vacunas del resto de los portugueses, y desaparecerá el bicho. Seguramente.

¿Y la solución cuál es? Vacunar, vacunar, vacunar. ¡Que hay mucha pasta en juego!