La maldición de Tito Paco

La maldición de Tito Paco. Cuando Lord Carnarvon la palmó, después de haber patrocinado el sacar la momia de Tutankamon, pensaron que había sido una casualidad. Luego empezaron a caer como moscas diferentes personas relacionadas con aquella profanación. Porque por muy arqueológica que sea sacar a un muerto de su descanso es una profanación, amos, no me jodas.

Luego Arthur Conan Doyle, sí, el creador de Sherlock Holmes, que por aquella época era muy creyente en espíritus, ya que tuvo otros momentos en que no, dijo que era un castigo por dicha profanación y la leyenda de la maldición se expandió como un virus. Exacto, como el Covid-19.

Jugándose las maldiciones al póker.

Los que no creen en maldiciones de espíritus dijeron que era cosa de unos virus que habían dormido el sueño de los justos junto a la momia del faraón y se habían escapado de la tumba al abrirla. Hongos, bacterias, virus, algo así. Como el Covid-19.

Por cierto, que ahora dicen que es más correcto decir «la» Covid-19. Pensaba que era otra majadería de esas de la paridad y que había que nombrar a los virus unas veces en masculino y otras en femenino, como hacen ahora con los huracanes, pero no, es que la D final es de «disease» en inglés, o sea: enfermedad. Y eso es femenino. Pero el virus es masculino. Hay que ver lo que inventa la gente para complicarlo todo. Sigamos.

Cuando el Doctor Pedro Sánchez empezó a juguetear con la idea de desenterrar a Franco, le oí decir en radio a Federico Jiménez Losantos que se estuviese quieto porque podía caer sobre él la maldición de Frankocamon, como le había ocurrido al lord inglés. Federico lo dijo con palabras un poco menos amables y con mucha más gracia, como suele ser habitual en él. Al final, el gran estadista Sánchez, como es natural, no se dejó amilanar por aquella posible maldición y, alentado por su Gran Visir Iznogud, exhumó al Tito Paco.

Comenzó el gobierno socialcomunista a mandar y estaban ellos en sus cosas cuando llegó el/la Covid-19 y se puso a echarles una mano en su tarea de destrozarlo todo. Tanto les ha ayudado que está incluso, a estas fechas, maquinando en cargarse al propio gobierno.

A ver si es que las maldiciones de las momias funcionan y era el creador de Sherlock Holmes quien tenía razón. ¡Elemental, querido Frankocamon!

Después de escribir estas líneas, he visto que Los Meconios, grandes, han hecho algo parecido, en su inigualable estilo.

Un gobierno de chiste

El saben aquel que diu… que era un niño que siempre estaba triste y le dicen a sus padres «su hijo siempre está triste ¿no?» Y ellos responden, «sí, ¡y mira que le pegamos para que se ría».

Ese chiste del gran humorista Eugenio representa muy bien a este gobierno que padecemos actualmente lo españoles.

Anda reclamando, no se sabe si con la boca grande o pequeña, un gran pacto para luchar contra el coronavirus, pide lealtad a la oposición, unidad de acción… pero al mismo tiempo insulta un día así y otro también a los partidos de la oposición. Tanto el presidente como la mayoría de sus miembros, especialmente los comunistas.

Buscando los «nuevos pactos de la Moncloa». ¿En serio?

Lo dicho, un gobierno de chiste.

Por fin es Frankenstein y ha dejado de ser Fronkonstin

Por fin es Frankenstein y ha dejado de ser Fronkonstin.

Ya ha pasado la campaña del «Ahora, España» y ya no hace falta disimular más. Ahora ya tiene el poder que tanto ansiaba, no necesita mentir más (en esto) y decir que no pactará nunca con los separatistas, ni con Unides Podemas o como se llamen. Ya no se hace llamar Víctor Fronkonstin, ahora ya puede decir a voz en grito que es ¡Frankenstein! y ya tiene su monstruo.

Por fin es Frankenstein
Ya no debe convencer de que se llama Fronkonstin

Por fin es Frankenstein y ha dejado de ser Fronkonstin.

Tiembla, España. El que está a las riendas, en realidad, es Igor, (o Iznogud) que ya ha conseguido ser califa en lugar del califa.

¡Pobre Iznogud!

Los que ya sean mayores, como yo, y le gustasen los tebeos; o a los muy especializados en cómics, como se dice ahora, recordarán al Gran Visir Iznogud.

La pandilla la formaban tres personajes. El principal era el Infame Iznogud, Gran Visir (que estaba obsesionado por «ser califa en lugar del califa»), el citado Califa Haroun el Pussah (jefazo, cuyo trono deseaba el innoble Iznogud) y Dilá Lará, el fiel siervo del Gran Visir.

Caricatura Pablo Iglesias, Alberto Garzón y Pedro Sánchez
Iznogud Iglesias, Dilá Lará Garzón y Haroun El Sánchez

Aquella serie de historietas francesas, que transcurría en Bagdad, en la época más gloriosa del islam, se inició en 1962, con guión de Renné Goscinny -el mismo que de Astérix- y dibujos de Jean Tabary.

Si no estoy equivocado, se publicó hasta el fallecimiento de Tabary en 2011, aunque el guionista original, Goscinny había muerto ya en 1977.

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