A veces parece que mi perro y yo somos uno.
En esta ocasión ha sido incluso visualmente, aunque, eso sí, en una versión del centauro mitológico Quirón, profesor de Aquiles y Hércules, entre otros.
Por cierto, también tuve un perro que se llamó Quirón, de modo que todo va encajando. Salvo el sombrero, claro.