Los Celtas
Druidas.
Mas allá de las fronteras del imperio romano, todos los pueblos eran “bárbaros”.
Barbare significaba entonces extranjero; más tarde, debido a la rudeza y a la supuesta incivilización de estos pueblos, la palabra bárbaro pasaría a tener el significado con el que la conocemos ahora.
Todos esos pueblos bárbaros, por supuesto, no eran iguales ni tenían las mismas costumbres y tradiciones.
Entre ellos destacaban los Celtas (keltios, en su lengua original) por varias razones:
1) Eran más antiguos en Europa que el resto de pueblos bárbaros, ya que cuando éstos llegaron al continente, hacía varios siglos que lo ocupaban los celtas.
2) Su cultura era más elevada
3) Su origen era distinto; los celtas era una raza indoeuropea ya que está casi demostrada su ascendencia india, mezclada con nativos europeos; mientras tanto, el resto de los bárbaros era, prácticamente, de origen puramente asiático. Por ejemplo los hunos y los avaros eran procedentes de Mongolia.
4) la espiritualidad del pueblo celta era diferente. Mientras que el resto de bárbaros eran paganos o arrianos (herejía inspirada por Arrio), los celtas profesaban la “religión” druídica, que más tarde veremos.
Los celtas, junto con los eslavos (otro pueblo bárbaro no germánico) ocupaban toda la Europa Central. En el siglo I antes de Cristo, huyendo de la presión de los otros bárbaros (germanos) más rudos y guerreros que los celtas mismos, se desplazaron hacia la Galia, islas Británicas y el norte de Hispania, mientras que los eslavos eran desplazados hacia el Norte.
El pueblo celta es el origen de varias naciones actuales europeas: Gran Bretaña, Irlanda, Países Bajos, Francia y el norte de España.
División abreviada de los pueblos bárbaros.
El druidismo
El druidismo o druismo ha sido y es considerado generalmente como una religión, la religión de los Celtas.
Sin embargo, algunos expertos en el tema no lo estiman así, ya que el druidismo no se basa en una revelación recibida de una divinidad, sino en la acumulación de experiencias y observaciones sacadas de los fenómenos celestes y terrestres. (realización).
Un ejemplo de esto, es el descubrimiento del magnetismo terrestre o fuerzas telúricas por parte de los druidas.
A fin de utilizar en su beneficio este magnetismo terrestre, unido a las influencias celestes, los celtas utilizaron los robles como antenas acumuladoras de energía telúrica junto con otros objetos (menhires, dólmenes, mutras o estatuas, etc.) sin embargo, posteriormente, tras la inevitable degeneración y deformación de toda cultura, esto dará lugar a rendimiento de culto a diversas piedras, árboles o plantas.
Un inmenso roble que era objeto de culto por parte de los celtas, tras la cristianización pasó a ser el “roble de María” y en la actualidad se encuentra cubierto de numerosas ofrendas a la Virgen.
Tras la cristianización de la sociedad celta -ya deformado el druidismo- esta serie de adoraciones se convertirá en nacimiento de infinidad de Vírgenes.
Una de ellas, Notre Dame, cuya catedral se levanta sobre un centro templario que, a su vez, anteriormente fue druídico.
Los druidas creían en la inmortalidad del alma, la reencarnación y en un Dios único pero anónimo, simbolizado por las letras OIV y el signo /I.
Sin embargo, los celtas tenían muchos dioses y su propia mitología, lo que nos sirve para ver que no hemos de identificar los druidas con los celtas, ya que mientras que los últimos era un pueblo bastante salvaje todavía, apegado a costumbres y usos poco civilizados, con una población de varios millones de personas, los primeros eran unos pocos grupos de Iniciados, transmisores de una Sabiduría y que se encargaban de dirigir y educar en la medida posible a ese pueblo celta.
Los Druidas
La palabra druida significa “muy sabio”. Eso ya sirve para definirlo algo y para suponer las funciones que ejercían dentro del pueblo celta: jueces, sacerdotes, médicos, etc.
En un principio, los celtas no tenían clase sacerdotal y era el jefe de cada familia el que estaba investido del poder espiritual del sacerdote.
Los druidas aparecen luego, al parecer procedentes de Oriente, y tomaron la dirección espiritual de la sociedad celta, junto con otra serie de tareas.
Los druidas fueron la clave de la unidad celta, ya que este pueblo era una nación sin estado, agrupados en tribus y aldeas donde cada una tenía su propio rey.
Al no haber una autoridad suprema sino infinidad de reyes, el imperio celta no era físico sino espiritual.
Es decir, lo que los mantenía unidos eran las creencias, el culto, las ceremonias que celebraban juntos periódicamente en sus centros mágicos en el país de los Carnutes, principalmente.
La unión del pueblo celta, conseguida por los druidas fue el principal obstáculo con que se encontraron los romanos. Y esa fue la causa del odio de Roma a los druidas.
Un ejemplo claro del papel que jugaron los druidas en la unidad celta, la tenemos en el más famoso de todos los druidas: el mago Merlín, impulsor del reino de Inglaterra a través del legendario rey Arctus, Artorius o Arturo y sus caballeros de la tabla redonda.
Druidas y druidas
Alistados entre las familias nobles, los postulantes al sacerdocio debían pasar de 15 a 20 años de retiro en los bosques sagrados o en las islas santas del océano (Sena, Sarnia, Casarea o especialmente la isla de Mona) para adquirir su ciencia. Para obtener la Iniciación, es decir, el título de Druida en aquella época, había que demostrar sus posibilidades por medio del mérito y del estudio. El novicio tenía que aprenderse de memoria miles de versos y obligarse a guardar el secreto mediante un juramento.
Es conveniente saber que había Druidas y druidas.
Según la comprensión de los celtas, existían distintas formas de cultos, tal como en nuestros días las religiones tienen su exoterismo o dogmas, que enseñan a las masas, y un esoterismo reservado únicamente a los iniciados.
Es por ello que muchas veces se confundió a los semidioses del culto popular con el culto del Espíritu Divino, reservado solo a algunos iniciados (Druidas Verdaderos).
Cathbad, un gran druida legendario, tenía un centenar de discípulos, de los cuales “sólo ocho habían asimilado la ciencia druídica”.
La tradición y el conocimiento druídico era transmitido de labio a oído en los colegios que tenían establecidos.
Al no haber documentos escritos por ellos mismos, lo que se sabe resulta a veces confuso y contradictorio.
Esta falta de información ha llevado a que recibamos una imagen falsa de ellos.
Un ejemplo: el no conocerlos más que de oídas y a través de terceros hizo a un gran sabio como era Aristóteles decir tonterías tales como que los celtas (toda una raza) eran homosexuales.
Jerarquización druídica
Hay varias opiniones sobre la jerarquización de los druidas.
Generalmente se admiten tres grados: El Gran Druida o autoridad suprema; los ovates (ofydd) y los bardos (berdd).
Además, entre los druidas (derwidd) irlandeses estaban los filid, encargados de la educación.
Los bardos y ovates, cuando pasaban a ser druidas, se llamaban eubages. Recordemos, no obstante, la existencia de dos versiones, una interna y otra externa.
La que hemos visto antes parece ser la externa, mientras que la jerarquización interna podría ser la que nos dan otras fuentes, dividida en cinco grados:
1) Vacies. 2) Serónides. 3) Bardes. 4) Eubages. 5) Causidiques.
Como la jerarquización más conocida es la de los tres grados, es la que vamos a utilizar a la hora de ver las funciones que le correspondía desarrollar a cada grado.
Funciones druídicas
Cada escalón tenía unas funciones específicas y distintas. Así los Druidas propiamente dichos se encargaban de oficiar las ceremonias y del ritual.
Los ovates eran una clase secundaria especializada en sociología, historia, ciencias naturales, adivinación, curación de los enfermos (tenían un gran conocimiento de plantas medicinales) e intervenían en materia de justicia.
Los bardos, poetas heroicos, cantores místicos y narradores, se acompañaban de una especie de lira para dejar la constancia de las tradiciones y enseñanzas, o los conjuros sagrados.
Los bardos eran iniciados menores que se encargaban de dar enseñanzas mediante sus poesías. Esas enseñanzas, a menudo ocultas o en forma de leyendas, iban quedando en el pueblo.
Los bardos son algo parecido a los posteriores trovadores de la Edad Media. Según el nivel que tuviese, se les podían exigir mayor o menor número de narraciones aprendidas de memoria. Así, desde 7, que era el mínimo, hasta miles que debían conocer los Iniciados mayores.
El poder mayor de los Druidas se encontraba en el magnetismo y el hipnotismo.
De ahí que Plinio, historiador romano, les diese el nombre de magos. (“los druidas son los magos de los celtas”).
La magia, como conocimiento de las leyes de la Naturaleza, era otro de sus dominios.
Según las narraciones, eran dueños de los elementos y hacían brotar fuentes del suelo, desencadenaban tempestades provocaban o evitaban inundaciones, hacían que lloviese o nevase en pleno verano, etc. etc.
Es curiosa una narración que explica el “duelo” mágico entre un druida y San Patricio (santo, también celta, pero católico, y patrono de Irlanda) haciendo nevar, tronar, etc. uno y otro.
Los druidas eran sacerdotes del fuego. La noche de Shamain (1 de Noviembre) eran los únicos autorizados a encender hogueras, así como en la noche de Beltene o en la asamblea general de hombres en Irlanda.
Otra arma druídica terrible era el viento (El druida Mog Ruith lo utiliza contra une ejército enemigo y lo derrota) aunque no todos tenían los mismos poderes.
Algunos druidas y druidesas (sacerdotisas y/o esposas de los druidas) poseían el don de “la doble vista” (clarividencia) y otros usaban el “glam dicinn” o sátira mágica (maldición), lo que era muy temido entre los celtas.
Asimismo usaban de la música en su magia, la del arpa en particular, y con ella hacían dormir, reír o llorar.
Instrumentos druídicos.
Los druidas se ayudaban en sus tareas mediante algunos instrumentos particulares. Por ejemplo, usaban las llamadas “varitas mágicas”, que en realidad parece ser que eran varas de avellano.
Mediante ellas podían descubrir el origen de un objeto sólo con tocarlo con la punta de la vara.
Normalmente, llevaban encima un podón (hoz) de oro.
Lo utilizaban para recolectar el muérdago de los árboles, ya que no podía ser tocada esta planta con las manos, por su carácter sagrado.
El color usado por los druidas en sus ropas era absolutamente blanco. Podían llevar adornos dorados, pero la túnica y la capa (el etangi de los templarios, y de otras órdenes de iniciación) eran totalmente blancas.
Se sabe de un druida que, en una ciudad, pidió a cambio de sus servicios únicamente túnicas suaves, limpias y blancas.
La escritura mágica: el ogam.
Los Druidas (al menos, los Druidas Verdaderos) utilizaban una escritura complicada y difícil, llamada Ogam, que les resultaba muy útil para evitar la divulgación de sus secretos.
Consistía en utilizar muescas en varitas de árboles en lugar de letras. Por ejemplo, tres muescas hacia la derecha era una V; cuatro a la izquierda, una C; dos oblicuas, una O.
Con el tiempo esta escritura se vulgarizó y pasó a ser de uso popular, pero al principio estaba reservada a los Iniciados.
Las plantas sagradas de los druidas
El muérdago era la planta sagrada por excelencia de los druidas. Esta planta parásita, que vive en el tronco de distintos árboles era utilizada en diversas pociones e infusiones y se le atribuían poderes mágicos, especialmente el muérdago de roble o el de encina, siempre y cuando fuese podado con una hoz de oro. Al mismo tiempo, era emblema de los druidas.
Otra planta de gran importancia era el selago o salvia, la cual tenía también un ritual propio para su poda, la cual había de ser sin herramientas de hierro, con la mano derecha pasada por la abertura izquierda de la túnica, y el druida había de ir descalzo y con los pies bien limpios.
Por cierto que la salvia tiene tantas cualidades terapeúticas (es algo así como la manzanilla o camomila, que sirve para todo) que los romanos tenían un refrán que decía algo así como “Si tienes salvia en tu huerto ¿por qué estás enfermo?”
También eran de una gran importancia el roble y la encina.
Los ritos druídicos
Los Druidas no admitían que Dios en su Infinita Grandeza fuese representado por imágenes o encerrado entre paredes, es por esto que la Naturaleza era su Santuario.
Hay que observar que los dólmenes son piedras brutas, no elaboradas, no manchadas con la mano del hombre.
La encina era considerada como el árbol sagrado.
A menudo se confunden las alineaciones de piedras druídicas con cementerios antiguos, cuando en realidad se trata de alineaciones circulares que forman puntos mágicos.
Los grupos del ogam (escritura en grupos de 5 y cada letra llevaba planta. La A era abeto (ailm), la B abedul (bethe), la C avellano (coll), etc.
Los bosques eran los lugares preferidos por los celtas para sus ceremonias, por considerarlos lugares donde residía la divinidad.
No obstante, oficiaban cerca de los megalitos (maen-meur), de las fuentes (stivell) o en los claros de los propios bosques (frankizenn) como Brocliande o Meudon.
Cuando los bosques eran consagrados como santuario habitual, recibían el nombre de nemeton.
En sus actos ceremoniales los druidas pretendían, según ellos, la unión con el cosmos.
Los sacerdotes no pedían de los asistentes fe en el dogma sino el respeto del rito; algo fácil de comprender al tratarse de un pueblo con poca cultura.
Algo que no ha cambiado mucho, siglos después, la verdad.
Como se ha dicho, los druidas no querían más templos que la Naturaleza y oficiar en el interior de los bosques.
No obstante, aunque escasos, existían unos templos de madera de una sola estancia, conteniendo una efigie divina en madera.
Ahora bien, estos recintos, que estaban rodeados por una empalizada o peristilo llamado fanum eran más refugios que templos o santuarios.
Las fiestas cíclicas de los druidas
Los celtas tenían unas fiestas que ocasionaban unas grandes asambleas de carácter espiritual o religioso. Había cuatro fiestas principales:
El 1º de Febrero, la fiesta de Imbolg o Imbolc, que después pasó a ser el aniversario de Santa Brígida cuando la cristianización. En esta siesta se repartían alimentos por orden jerárquico.
El 1º de Mayo, la fiesta de Beltaine, cuyo menú era: cerveza, col, leche dulce y leche cuajada. Hoy, fecha en que se publica esta entrada, es precisamente la fiesta de Beltane o Beltaine. Ya sabéis cuál debería ser el menú.
El 1º de Agosto, la fiesta de Lugnasad, en la cual se celebraban carreras de caballos y de mujeres, y la comida era a base de frutas y legumbres.
1º de Noviembre, la fiesta del Samain o Samhain, era una de las mayores si no la mayor.
En esa noche, los druidas afirmaban que la comunicación se establecía libremente entre el más allá (sid) y los mortales.
Era la fiesta de los muertos que volvían y se encendían hogueras (Esta fiesta pasó a la religión cristiana como día de todos los santos y de ahí la costumbre de encender mariposas y velas).
La gente confraternizaba en esa noche y tomaba cerveza y nueces hasta hartarse.
Otras fiestas cíclicas importantes de los celtas eran las de los equinoccios y los solsticios (Alban-Heruin, origen de nuestra noche de San Juan, etc.)
Los druidas eran grandes astrónomos y conocían perfectamente el cielo, según narraba Julio César.
Hay una descripción de una fiesta grande druídica que contiene gran cantidad de elementos muy significativos y dice así:
“…la más grande de las ceremonias druídicas, anunciada por los muchachos gritones cantando el muérdago de un año nuevo en la plaza de algún pueblo de chozas hechas con ramaje y barro.
Revestidos con sus ropas talares blancas y ceñidos con sus collares de oro, los druidas conducían la procesión hacia el gran templo de los Carnutes (era un bosque), cuyo sólo arquitecto era la Naturaleza despojada.
Los ovates llevaban en la mano derecha la varita de avellano o sauce, o también rama de verbena, empujando delante de sí a dos novillos blancos, en tanto que seguían los bardos encapuchados cantando sus himnos.
Un heraldo de armas, vestido asimismo de blanco, tocado con un gorro alado, empuñaba el caduceo.
Los galos permanecían silenciosos mientras el Gran Druida marcaba el roble, de menos de treinta años de edad, al pie del cual había sido levantado un altar rústico.
Tres de los sacerdotes más ancianos llevaban uno el pan, otro el vino y el tercero una vara en cuya extremidad estaba esculpida la mano de la justicia en marfil.
Antes de los ritos sacrificiales en que los novillos, con los cuernos juntos, caían sobre su sangre derramada, se cortaba el muérdago con el podón de oro, por tratarse ésta de una planta sagrada la cual no debía tener contacto con la tierra.
Se le recogía debajo del árbol y seguidamente era repartido entre los concurrentes, que lo llevaban colgado al cuello o lo colgaban en las puertas de las casas, a guisa de pántaclo.
La fiesta que con tal motivo se celebraba, revestía el mayor esplendor y en ella se daba libre curso al regocijo.”.
Según cuenta el historiador Plinio “…ante todo es preciso que todo esto acaezca el sexto día de la Luna, día que es el comienzo de sus meses, de sus años y de sus siglos.
Se cree que el muérdago, tomado como bebida, da fecundidad a todo animal estéril y que es un remedio contra todos los venenos”.
La ceremonia tenía lugar en la Galia, cerca de Chartres, el sexto día de la luna nueva de nuestro mes de Diciembre: era la fiesta simbólica de la inmortalidad del alma.
La planta adorada representaba la supervivencia: lozana, verde, adherida a la corteza del roble, la única que resplandece en medio de la naturaleza invernal.
Además de su vitalidad singular en el mundo vegetal, reducido al aspecto de la muerte, el muérdago, cuyas hojas echan brotes generalmente por ramilletes de tres, respondía al simbolismo del número druídico: el tres.
También por dicha razón, los druidas sostenían en algunas de sus ceremonias un trébol de tres hojas.
En estas fiestas se celebraban juegos con significado simbólico como la danza de las espadas, que aún se celebra en Escocia, pero que ha perdido su carácter de iniciación guerrera o marcial.
Un centro mágico: Meudon
En los alrededores de París hay un centro mágico druídico: es el bosque de Meudon.
Junto a una encina del bosque y en orden perfecto están dispuestos menhires y dólmenes En el centro hay una piedra (A) que es el altar.
Al norte, el menhir (M) representa la mesa y, luego, siguiendo la circunferencia hacia el este, las piedras continúan por orden, disminuyendo de tamaño.
Un primer dolmen de base (D) que hace juego con otro (D’) encuadra la piedra de comando (C), colocada frente a la gran encina (B).
Al sur, dos dólmenes (E) y (E’), que son las piedras de equilibrio, más pequeñas que las anteriores.
Al final, en el oeste, la entidad vegetal encargada de recibir los choques es la encina (B), que simboliza el “triángulo de las apariciones”, muy conocido por los magos.
Este árbol está unido al menhir por una hilera de piedras pequeñas y se encuentra rodeado también por un semicírculo formado por guijarros, dirigidos hacia el interior de la gran circunferencia del conjunto.
La disposición de las piedras representa numerosos símbolos.
La imagen lunar se destaca claramente en su fase creciente: energía o fuerza en acción.
El eje C-B (piedra de comando – encina) marca la separación de los dos mundos.
La fuerza del menhir está aumentada 10 veces por el poder de proyección, dada su perpendicularidad al eje B-C (puntos cardinales oeste-este) y descansando con sus antenas sobre E y E’ que son las piedras de equilibrio.
La piedra de comando corresponde a Júpiter, el Gran Señor del Cielo, el que forja a los jefes.
La encina es simbolizada por Venus, que efectúa la unión entre los mundos. El Sol es el menhir, el punto de partida del sistema.
Marte, astro que crea la división, la piedra del ara, es el dolmen D.
Saturno, inherente al maleficio es el 2º dolmen de base, formando así la pareja de santificación.
Las dos piedras de equilibrio son Mercurio, el intelecto, y la Luna, la intuición.
Dispuesto en un orden perfecto, los planetas siguiendo la evolución normal, trazan una estrella de 7 puntas.
Sol (domingo) Luna (lunes) Marte (martes) Mercurio (miércoles) Júpiter (jueves) Venus (viernes) y Saturno (sábado). Dibujando así la Estrella de los Magos, que también podemos ver en otra entrada de esta web.
7 días de la semana, 7 notas musicales, 7 colores del espectro luminoso, 7 estados de la materia, etc. etc.
Druidas y sacrificios humanos
Resulta inimaginable que personas tan sabias como los druidas cayeran en un rito como el de los sacrificios humanos en sus ceremonias.
Al contrario, los druidas siempre intervinieron como pacificadores. Por ejemplo, ellos desterraron los duelos a muerte de los celtas, sustituyéndolos por competiciones más o menos “deportivas”.
También un druida, Diviciacos, fue a Roma a hablar con César para negociar la paz y evitar derramamiento de sangre.
No obstante, el que intentaran civilizar a un pueblo tan belicoso y tan brutal como los celtas no quiere decir que lo consiguieran en todo momento.
Los celtas eran un pueblo que no conocía la piedad. No hacían prisioneros, le cortaban la cabeza a los vencidos.
Lo que sí habían conseguido los druidas era sustituir el sacrificio humano por el sacrificio de pequeños animales domésticos o el simulacro..
En muchos casos el sacrificio era voluntario ya que ellos creían en la reencarnación y pensaban que así alcanzaban un estado superior,
Un ejemplo del arraigo del sacrificio humano entre los celtas lo podemos ver en el hecho de que San Columbán (celta cristiano católico).
Aceptó el sacrificio de un monje discípulo suyo que se ofreció para ser enterrado bajo los muros de una ciudad fundada por el santo.
Era costumbre entre los celtas que uno de ellos se ofreciese voluntario para esto, ya que era “bueno” para la futura ciudad, y el sacrificado volaba al cielo.
El caso es que los sacrificios humanos, reales o no, desterrados ya o todavía vigentes, fue el arma empleada por Roma contra los druidas.
Haciéndose líder de la civilización, hipócritamente olvidando que en la propia Roma existían los sacrificios humanos cuando la situación lo “requería”.
Sólo hay que recordar el circo o el coliseo, con sus gladiadores y sus fieras devorando a prisioneros se empleó este argumento como pretexto para exterminar a los druidas.
Roma condena a muerte a los druidas
Los bosques sagrados druídicos fueron arrasados y en el año 21, la Ley Cornelia, promulgada por Tiberio, condenaba a muerte a los asesinos, a los envenenadores y A LOS DRUIDAS.
De nada había servido que el propio Julio César hubiese reconocido ya que los sacrificios humanos, en caso de haber existido antes, ya habían parecido.
Al eliminar a los druidas, eliminaban el vínculo de unión más fuerte del pueblo celta y la conquista era más fácil, y eso es lo que le interesaba a Roma.
Los Druidas comenzaron a huir hacia las islas, otros fueron exterminados, otros continuaron ejerciendo en la clandestinidad y algunos se convirtieron más tarde y, al menos aparentemente, en monjes cristianos.
Cuandp el cristianismo fue la religión oficial del imperio (notándose su influencia más tarde dentro de las órdenes en que se habían introducido).
El último reducto oficial de los druidas fue la isla de Man, auténtico santuario natural del druismo.
En este lugar se fueron reuniendo procediendo de todas partes y allí intentaron plantar cara a los romanos, que fueron a buscarlos a su propia casa.
(Hoy, la isla de Man es otro santuario diferente, es un paraíso fiscal donde ser reúnen grandes fortunas para no pagar impuestos. ¡Si los druidas levantaran las cabeza!)
Sin otras armas que sus maldiciones, que quizás hubiesen hecho mella en un ejército celta, pero no en uno romano.
Los druidas y druidesas fueron aniquilados por las legiones del imperio.
No obstante, pese a que en la Galia casi desaparecieron, algunos pasaron al Norte de Espada, especialmente Galicia.
Y gran número continuó sus actividades en las islas Británicas. Especialmente en Irlanda, donde en el siglo VII había todavía un Gran Druida en la ciudad de Tara.
También es cierto que, todavía en ¡¡el siglo XVIII!! se ahorcó a un celta por tener una gaita en su casa.
El druidismo… ¿no ha muerto?
El 23 de Septiembre de 1.976 coincidiendo con el equinoccio de otoño se celebró en Francia por primera vez desde hacía mucho tiempo, una ceremonia druídica bajo un gran roble.
El heraldo vestía de rojo; los ovates de verde; los bardos de azul. Y los druidas y el Gran Druida, de blanco.
Sin embargo, a mí me parece que el druidismo de hoy tiene mucho más que ver con el circo y con frikilandia que con las antiguas enseñanzas de aquellos sabios.