Cuando hago pan, me gusta ponerle ajonjolí. Gana en sabor, y a mi familia también le gusta.
Pero, además, íntimamente, lo hago por el placer de decirle eso de ¡Ábrete, sésamo!
Cuando hago pan, me gusta ponerle ajonjolí. Gana en sabor, y a mi familia también le gusta.
Pero, además, íntimamente, lo hago por el placer de decirle eso de ¡Ábrete, sésamo!