Fue en Moratalla, era invierno, se acercaba la Navidad. Esto último, aunque no lo recordara, lo habría adivinado por la oblicuidad de las sombras, para eso soy un hacha.
Y me pareció una imagen del pasado, decadente, romántica. Me imaginé que en algún lugar parecido pasaría las tardes Margarita Gautier, la Dama de las Camelias. Aunque no había ninguna dama ni camelia alguna rondando; sólo mi perro Lanzarote.