Dicen que cuando uno muere, dicen, se ve en un túnel, dicen, y que al final de ese embudo, dicen, se encuentra uno con sus seres queridos, dicen, o con tus mascotas, dicen, o hasta con tu futbolista favorito, dicen.
Yo no estaba muerto, estaba en un pueblecito precioso de Andalucía, y al final de aquel corredor en un parque, había una luz más fuerte que donde yo me encontraba.
Y en esa luz había un señor, sentado y tomando el sol.
No sé quién era, ni se me ocurrió preguntárselo; si llega a ser un pariente mío fallecido me da un yuyu.
Y tampoco era Cristiano Ronaldo, seguro.