En mi baño hay un grifo muy suspicaz y timorato, que se asusta con nada.
Sólo con oír un pequeño ruido por la zona del bidé o la bañera, por ejemplo, ya se pone en guardia y se queda al acecho, temiendo ver aparecer qué se yo qué.
Claro que también podría ser que yo tenga mucha imaginación y se trate solo de una pareidolia de esas que tanto le gustan a Íker Jiménez y estoy percibiendo como una cara lo que solamente son reflejos y sombras. Vaya usted a saber.