Ad nauseam. En este mismo blog tengo una sección especial dedicada a las falacias. Como todo el mundo sabe (ja,ja,ja) una falacia argumentativa es una mentira escondida en un argumento que parece válido y cierto.
Falacia del argumento ad nauseam
Entre las muchas que hay, la del argumento ad nauseam o, simplificando, la falacia ad nauseam consiste, como su nombre indica, en repetir HASTA LA NÁUSEA una determinada premisa, como si insistir en lo mismo pudiera imponer su validez o falsedad.
Lo triste es que muchas veces lo consigue. Es la falacia resumida en la célebre frase del ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Para muestra, basta un botón. Un ejemplo práctico de la Falacia Ad Nauseam la pone el periodista Cake Minuesa en un video cortido pero muy ilustrativo. Helo aquí.
Nada nuevo bajo el sol
No es un truco o artimaña nuevo. Existe desde siempre. Ya lo estudiaban desde los filósofos griegos hasta nuestros días. Y se aprende en política, en la vida común, en el deporte y… cómo no, en los medios de comunicación.
Contra los transportistas
En la crisis actual de los transportistas independientes (es decir, no controlados o manipulados por los llamados sindicatos de clase que son, a su vez, los manipulados por el gobierno de izquierdas) se está utilizando contra ellos a discreción.
Fascistas y de extrema derecha, es lo que más se utiliza para descalificarlos.
Si bien es cierto que suele funcionar y hay mucha gente que termina por tragarse el cebo, también ocurre que al recurrir a ello tan a menudo y para todo, como su nombre indica, «hasta la náusea», hay quienes ya sienten náuseas al escucharlo y empiezan a tomarlo a risa.
Es mucha la población que, hace años, tenía pavor de que les calificaran de ultraderecha y, por miedo a ello, consentían lo que no era admisible. Pero todo empezó a ser de ultraderecha, cualquier cosa, cualquier opinión que no coincidiese con la extrema izquierda que, esa sí, curiosamente, es guay y tiene buen cartel, era de extrema derecha.
Todos de ultraderecha
Hubo gente que sin ser de extrema derecha ni mucho menos, empezó a darle risa y aceptar lo que quisieran decirle. Aquello, por saturación, empezó a perder fuerza. Ahora ya, el que no es calificado de extrema derecha ya no es nadie.
Un ejemplo de ello es este camionero, que se lo toma con humor y dice las cosas claras y, sin ofender a nadie, cosa que sí hacen desde la izquierda.