Alguien tenía que decirlo – 2

Alguien tenía que decirlo – 2

Alguien tenía que decirlo. Hace unas fechas subí un post sobre un programa de radio que yo hacía hace bastantes años en Radio Cartagena, de la SER.

Recogía allí el guión de aquel programa «Alguien tenía que decirlo» en su emisión del 21-11-1998. En el baúl de los recuerdos donde encontré aquel guión había otro más, el del sábado siguiente, 28-11-1998. Y es el siguiente:

Programa de radio «Alguien tenía que decirlo» – 28-11-1998

Buen fin de semana a todos. Siguiendo fielmente el propósito de hablar claro que me hice al iniciar este programa llamado «Alguien tenía que decirlo», vengo hoy dispuesto a denunciar nuevas gilipolladas.

Y conste que gilipollas ya es palabra aceptada por la Real Academia Española en una reciente edición de su diccionario.

Hagamos un pequeño experimento. Les voy a leer una supuesta noticia que podría oírse en cualquier emisora de radio o televisión o leerse en cualquier tipo de prensa:

«El Presidente de la Xunta de Galicia recibió el pasado domingo al President de la Generalitat de Catalunya y al Lehendakari de Euskadi en la ciudad de A Coruña donde trataron diferentes asuntos. Durante el viaje fueron escoltados por miembros desplazados de la ertzaintza y Mossos d’esquadra.«

¿Encuentran algo raro? ¿no? Bien, hagamos otra prueba. Les leo otra noticia.

«La Queen de England recibió el pasado domingo al Predisent de Deutchland y al Prèsident de France en la ciudad de London. Durante el viaje fueron escoltados por miembros desplazados de la BundesPolizei y la Gendarmerie».

En ambos casos el procedimiento ha sido el mismo: sustituir palabras del castellano por palabras de otras lenguas, sólo a que unos cambios ya nos tienen acostumbrados y a los otros todavía no.

Y yo les pregunto ¿cómo llamarían Vds. a quien así hablase, diciendo Queen en lugar de reina o London en lugar de Londres?

¿Cómo llamarían a esos que les importa un bledo la conjugación, la sintaxis y la morfología de la lengua castellana?

Pues igual llamo yo a quien dice Xunta a la Junta y A Coruña a La Coruña. Ya les dije al principio que está aceptado por la Real Academia Española.

Sí, ya sé. Hay quien me dirá que hablar así  es «políticamente correcto» y queda mejor para tener contento a alguien.

Alguien a quienes yo alabo el gusto y que, precisamente, lo que hace es defender su idioma con uñas y dientes.

Igual que hago yo con el mío. Hay que poner los puntos sobre las íes. A quienes critico no es a esos «alguien» sino a los otros que intentan contentarlos a ellos adulterando el castellano.

Porque la lengua, el idioma, es nuestro, de todos. Si es de todos también es mío. Y cuando alguien lo corrompe, está degenerando una cosa mía.

Yo, como no tengo que contentar políticamente a nadie, soy totalmente libre para denunciarlo.

Creo que del mismo modo que en los parques públicos hay unos cartelitos que dicen: «este jardín también es tuyo, cuídalo», deberían emitirse periódicamente unas cuñas que dijesen «el idioma también es tuyo, no lo adulteres».

(Ráfaga)

Antes he dicho que había gente a la que importaba un bledo la corrección en la utilización de nuestro idioma.

Por cierto ¿cómo lo llaman Vds. ¿castellano o español? Otro día hablaremos de eso. Volvamos a la frase.

Doy por hecho que ya saben que importar un bledo es lo mismo que importar absolutamente nada y ser totalmente indiferente a algo.

Pero ¿conocen el origen de ese término? La explicación está en que el bledo, según dice el diccionario, es una planta anual salsolácea, de tallos rastreros, hojas triangulares y flores rojizas, que crece en las cercanías de las fuentes.

Sus semillas se han utilizado a veces como alimento de aves de corral y también, en momentos de máxima necesidad y hambruna, esta planta ha sido alimento de personas en grado extremo de pobreza.

Pero el sabor desagradable que tiene hizo que esta planta fuese siempre objeto de menosprecio por parte del pueblo.

(Ráfaga)

Y otra expresión que he utilizado ha sido la de «poner los puntos sobre las íes«.

Esta curiosa expresión que tiene el significado aproximado de «poner las cosas en su sitio», tiene su origen en el siglo XVI, cuando se extendieron los caracteres góticos en la escritura y era muy fácil confundir dos íes juntas con una «u», por ejemplo.

Entonces, para diferenciarlas y evitar los errores, los copistas y escribanos empezaron a poner un puntito sobre cada «i», de modo que se identificara fácilmente.

Hubo quien pensó entonces que poner los puntos sobre las «íes» era una costumbre innecesaria y propia de personas excesivamente meticulosas o maniáticas del esmero.

Igual que quizás ocurra con este programa.

El éxito de poner los puntos sobre las íes fue total y la costumbre perdura todavía en nuestros días.

El éxito de «alguien tenía que decirlo», bueno…. «ustedes tendrán que decirlo».

Reflexión de 2022

Leyendo de nuevo aquel guión me quedo asombrado de cómo ha cambiado todo aquello, pero a peor. Entonces se podía defender el idioma castellano. Hoy ya hay algunos foros en los que es imposible. Dentro de poco, será delito. Al tiempo.

Alguien tenía que decirlo
La tarta era para mí porque ya entonces, en 1998, cumplía 15 años de colaboración con Radio Cartagena. Casi ná.

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