Leí una vez una frase que no recuerdo literalmente pero decía algo así como que, a veces, cuando un rayo de luz cae sobre un objeto, por pobre o sórdido que sea, como un cartel roto en un callejón, por ejemplo, puede transformarlo durante un tiempo y crear magia.
Fui temprano al consultorio médico para algo tan poco poético ni mágico como extraerme sangre.
Luego, al subir al coche, el sol, que ya se había despertado también, entró por entre las ramas de un ficus sediento y un parabrisas bastante falto de limpieza.
Además de recordarme que debo ser un poco más aseado con mi auto, creó un pequeño ambiente mágico que disfruté unos segundos antes de continuar con la triste rutina diaria.
Por cierto, en aquel momento, enero o febrero de 2019, aún no se había desatado la dictadura sanitaria y no daba miedo ir al ambulatorio, todavía confiaba en los sanitarios, y no tenía pánico de ir al hospital, como ahora.
¡Qué triste el punto al que hemos llegado!