Micomex es algo de la Escuela de Minas. ¡Qué nombre tan raro ¿verdad?!
Trabajé durante unos años en la Escuela de Minas de Cartagena. Aquel fue mi primer trabajo, en la secretaría. Y fueron años felices.
Micomex nº 2
La Escuela de Minas, que antes se llamaba Escuela de Peritos de Minas, luego pasó a llamarse Escuela de Ingeniería Técnica Minera. Más tarde, entró dentro de la órbita de la Universidad de Murcia y entonces se llamó Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Minera. Entonces existía también la Escuela rival, la de Ingenieros Técnicos Industriales. La rivalidad era en todo, en la tuna, en los deportes, en la cantidad de alumnos… y nos ganaban siempre. Luego se fusionaron las dos y ahora depende la UPCT y se llama algo ya muy raro para mí.
Micomex
Volvamos a Micomex. Dentro de la Escuela había tres ramas o titulaciones distintas: Minas (propiamente dichas), Combustibles y Explosivos. Y el acrónimo formado por las primeras sílabas de esas tres ramas dio como resultado Micomex, que era una revista que editaban los propios alumnos de la Escuela, además de un servidor, y me lo pasaba bomba dibujando y escribiendo de todo lo que me gustaba.
Era divertido, pero también difícil. Hoy, en la era digital resultará incomprensible para muchos lo que era una multicopista, pero aquello era un artefacto maldito con el que uno se llenaba de tinta hasta las cejas.
Había que escribir a máquina los artículos directamente sobre los clichés, sin cinta en la máquina, y pulsando fuerte para que las teclas “rompieran” dicho cliché, dando la forma de las letras y por ese roto o hendidura luego pasaba la tinta sobre las hojas de papel. Así resultaba una impresión de calidad espantosa, pero las fotocopias entonces eran un lujo y además también casi artesanales, con negativo y positivo, como la fotografía. Luego, con el tiempo, aquellas fotocopias amarilleaban y posteriormente iban desapareciendo. Tiempos históricos.
Si escribir en la multicopista era todo un poema, dibujar eran ya las obras completas de Bécquer. Había que dibujar con un punzón sobre el cliché, rompiendo la superficie con la forma que se quería representar, y con cuidado con no romper demasiado o salían unas manchas negras enormes. Si mis dibujos eran malos de por sí, hacerlos en la multicopista era convertirlos en espantosos. Pero, insisto, divertido sí que fue.
Adiós a Micomex
Dejé de colaborar en Micomex en Febrero de 1975, número del que reproduzco aquí la portada, porque en ese mes cambié de trabajo y me marché de la Escuela de Minas para empezar a trabajar en la Empresa Nacional Bazán.
Era tan difícil dibujar sobre los clichés y se rompían con tanta facilidad que tenía que firmar en mayúsculas porque las minúsculas resultaban casi imposibles de dibujar.