Entré al Museo del Teatro Romano de Cartagena con un sol espléndido. Cuando salí, un par de horas más tarde, me encontré con este ambiente de tormenta.
Aunque no se distingue, es el puerto y la Plaza de los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba (espero que no digan que eran fascistas y hay que eliminarla, pero con los progres y la basura de ley de memoria histérica nunca se sabe).
Por cierto, que luego no cayó ni una gota y volvió a salir el sol al poco. Es decir, que no fue tormenta.
Para ser sinceros del todo, era marzo. De modo que ni era tormenta ni era verano. Pero, como a la mayoría de los periodistas, la realidad no me va a estropear un buen titular.